Hoy vamos a por la segunda entrega de esa ciudad invisible, que permanece escondida y necesita que la volvamos a encontrar. Tras una obsesión jerezana por ocultar sus grandes fachadas, venimos a rebuscar en los archivos y esperamos la oportunidad para fotografiar un valioso legado urbano que permanece ahí sin que nadie pueda verlo ni disfrutarlo.
La parte oculta de hoy es el resultado de una agresiva operación urbana llevada a cabo en los años 50 cuando tres cuerpos del mercado de Abastos de nuestra ciudad fueron amputados para construir el edificio hoy conocido como IARA en la Plaza Esteve. No hace falta rebuscar mucho para ver que la polémica está servida entre defensores y detractores de esta edificación racionalista.
Tras la polémica y el edificio, queda el brazo corto del mercado, que no es el original pero conserva gran parte de su composición, tanto que podríamos pensar que la rejería inicial fue trasladada a esta “nueva” fachada. Tras todo, nuevamente, una fachada histórica en un callejón degradado, con un batiburrillo de puestos sin orden ni concierto que lo colonizan todo, que es chabolismo en pleno centro de Jerez.
Mantener el edificio supone reordenar el callejón trasero o vivir sumidos en el caos actual. Mantenerlo puede suponer también encontrar un acceso al mercado a través de los bajos comerciales recobrandose la entrada original a través de la Plaza Esteve.
Liberar la Plaza Esteve del edificio IARA puede suponer que encontremos una nueva fachada, que ese “Jerez invisible” oculto tras las lonas de un mercadillo pueda convertirse en una plaza pública amplia dando a un mercado con grandes ventanales y un templete de vidrio con comercios, cafeterías y una nueva perspectiva urbana hacia la Calle Larga y la arquería de San Francisco. Eso que no es más que la idea original de la Plaza.